

La ortodoncia es una disciplina en la que cada día se introducen nuevas innovaciones.
En contra de lo que podamos creer, la ortodoncia no es una práctica reciente, sino que, se viene llevando a cabo desde hace muchísimo tiempo.
El reconocimiento de las malposiciones dentarias como dolencia se lo debemos al griego Hipócrates (460-377 a.C) que las incluyó en su sexto libro de las epidemias.
Es a los griegos a quienes debemos el nombre de la disciplina. Ortodoncia tiene dos vocablos “orto”, que significa recto, y “odontos”, que significa diente.
Los primeros tratamientos de ortodoncia eran muy rudimentarios. Así Celso (25 a.C.-50 d.C.) propone que “si cuando erupciona el diente permanente en un niño, el diente temporal no se ha caído, debemos quitarle este y empujar con el dedo el diente definitivo hasta que alcance su posición correcta”.
La técnica a la que se recurrió durante los siguientes siglos no era mucho más avanzada. Hasta el siglo XIX se siguieron los consejos de Plinio el viejo (23-79 d.C.) que en su obra Historia Natural recomendaba limar los dientes elongados hasta conseguir que se alineen de manera correcta.
Las innovaciones en ortodoncia tardarían siglos llegar y lo harían de la mano del francés Pierre Fauchard, quien recogió en su libro “Tratamiento de las irregularidades dentarias” los primeros aparatos ortodóncicos.
En 1803, el inglés Joseph Fox clasifica por primera vez los distintos tipos de maloclusión, y en 1814 publica su libro “Historia natural y enfermedad de los dientes humanos” donde describe un aparato para corregir la mordida cruzada anterior.
Solo a partir de la obra de Joseph Fox comienza a consolidarse la ortodoncia como ciencia.
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